1. El surgimiento del Islam en Arabia en el siglo VII

Introducción
Seiscientos años después del nacimiento de Jesús de Nazaret, la encarnación de Dios para los cristianos, Muhammad ibn 'Abdullah, un árabe del clan Hāshim de la tribu árabe de Quraish en Hedgaz (al-Hiğāz), instó a todos los hombres a someterse a un solo Dios y creador. Se presentó como el último profeta en la línea de Abraham, y le pidió a toda la humanidad reconocer el monoteísmo que sería llamado Islam. En una ruptura con las creencias tribales, Mahoma predicó la religión de un solo Dios, un Dios sin rival, un Dios indivisible - el Primer Ser. La historia de la aparición del Islam no es fácil de rastrear por la razón de que, a pesar de las numerosas fuentes existentes, estas fuentes son posteriores a la predicación de Mahoma y de la fundación de la primera comunidad, la 'Umma. El nacimiento del Islam fue narrado en un orden cronológico por sus hagiógrafos y por los apologistas en los siglos VIII y IX. El nacimiento del Islam - el verdadero monoteísmo - ha sido considerado como un milagro por la historiografía y la tradición musulmana. El pensamiento histórico sobre el nacimiento del Islam en el Oriente Medio se ha diferenciado de la historia sagrada, tratando de rastrear el contexto del nacimiento del Islam a pesar de las muy pocas fuentes contemporáneas existentes relacionadas con el evento.
Fuente 1

Mapa de localización de la Arabia preislámica, año 600 aproximadamente

En el norte de Arabia, los reinos árabes del Ghassān en el este y de Hirā' en Mesopotamia estaban bajo el área de influencia de sus poderosos vecinos, Bizancio y la Persia sasánida. En el reino de Hira', los Lakhm eran aliados de los persas. Su tierra tenía una verdadera diversidad religiosa: estaban presentes los cristianos de diferentes confesiones, los zoroastrianos, seguidores de la religión de la antigua Persia reformada por Zoroastro, etc...
Sus rivales, el Ghassan del sur de Arabia, encabezaron una poderosa confederación tribal. Su centro político era el bastión de Jabalya (el actual Golán). Aunque se aliaron con Bizancio para luchar contra los beduinos y los ataques persas, había también, en el plano religioso, rivales de Bizancio como los cristianos monofisistas. Escribieron árabe con un alfabeto, prestado de los cristianos de Siria e Irak, de veintidós consonantes.
La península arábiga forjó contactos culturales y estrechas relaciones comerciales con esos reinos árabes, cuya tierra era el camino de paso obligatorio para las mercancías que viajan a Siria y Mesopotamia. La península también estaba abierta a las influencias que venían de la India y de África (por ejemplo, el reino cristiano de Axum en Etiopía).

Topografía y batimetría: CleanTopo2 (dominio público))
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Hidrografía (costa, lagos y ríos): NaturalEarth (dominio público)
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Fuente 2

La primera revelación de la misión profética de la "Historia de los Profetas y Reyes" por Al-Tabarī

La Historia de Profetas y Reyes fue escrita en árabe por al-Tabarī y traducido al francés por Zotenberg entre 1867 y 1874 de la versión persa del siglo X. Este libro relata la historia del mundo, desde Adán hasta los tres primeros siglos de la Hégira. La tradición sitúa las primeras revelaciones en una cueva en la que Mahoma solía retirarse a meditar y orar. El ángel Gabriel (Yibril) se dice que se le apareció a él para revelar el mensaje divino. Este ángel se menciona tres veces en el Corán.

Cuando Mahoma cumplió cuarenta años, Dios le envió a Gabriel para llevarle una visión. Según otra versión, Mahoma tenía cuarenta y tres años. Muhammad bin Jarir * (= Al-Tabarī) menciona un relato en el que el Profeta recibió la visión a la edad de veinte años. Pero esto no es cierto, porque Mahoma dijo que ningún profeta recibió su misión antes de los cuarenta años; sólo a esta edad la razón y la inteligencia alcanzan su pleno desarrollo.
Casi al momento en que Gabriel traía su misión profética a Mahoma, éste ya había percibido algunos signos de ello. Por la noche vio en un sueño, a Gabriel como un ser enorme, sin saberlo y sintiendo un poco de miedo. Cuando caminanaba solo en la ciudad de La Meca, oía voces salir de las piedras, de los escombros y de los animales. Voces saludándolo como el apóstol de Dios y él temía estas voces.
Era costumbre entre los Quraysh que todos aquellos que valoraban su reputación como hombres piadosos debían ir todos los años al monte Hira '*, (cueva cerca de la Meca) durante el mes de Rajab * (séptimo mes del calendario musulmán, uno de los cuatro meses sagrados pre-islámicos), para vivir día y noche en la meditación. Querían retirarse del comercio de los hombres y vieron esta soledad como un acto de devoción religiosa. Esta práctica fue usada primero entre los Beni Hashim; las otras tribus de Quraish siguieron su ejemplo, pero los Beni Hashim lo hicieron con mayor rigor. Cada tribu tenía un lugar en la cima de la montaña donde se habían construido estructuras en las que sus habitantes pudieran pasar el periodo de retiro.
Esto sucedió el día decimoctavo del mes de Ramadán. Según otras tradiciones, fue el lunes, el doceavo día del mes de Rabi 'al-Awwal *, (tercer mes del calendario musulmán) cuando Muhammad recibió su misión, el mismo día del mismo mes en el que había nacido y, que más tarde, sería el día de su muerte. El lunes, Dios envió a Gabriel con el fin de estar pendiente de Mahoma y llevarle su misión profética, así como la sura del Corán llamada Iqrā, que fue la primera sura que Muhammad recibió de él.
Gabriel bajó del cielo y encontró a Mahoma en el monte Hira'. Se le apareció y le dijo: "¡Oh, Mahoma, Apóstol de Dios!" Mahoma sintió un miedo extremo. Se puso de pie, pensando que se había vuelto loco. Se dirigió a la cima de la montaña para suicidarse lanzándose desde lo alto, pero Gabriel le cogió entre sus alas, por lo que no podía avanzar ni retroceder.
Entonces Gabriel le dijo: "Oh Mahoma, no tengas miedo, porque tú eres el apóstol de Dios y yo soy Gabriel, el ángel de Dios". Mahoma permaneció inmóvil entre las dos alas del ángel. Entonces Gabriel le dijo: "¡Oh, Mahoma!, lee." Mahoma dijo: "¿Cómo puedo leer? Yo no sé leer ". Gabriel dijo: "Lee: En el nombre de tu Señor, que creó todas las cosas y que creó al hombre de un cigoto. Lee: Tu Señor es el más generoso; Él es el que enseñó (la escritura) con un cálamo; Él enseñó al hombre lo que no sabía." (Corán, 96: 1-5). Después Gabriel dejó a Mahoma donde estaba y desapareció.
Mahoma bajó de la montaña. Preso de temblores volvió a su casa, mientras repetía la sura para sí mismo. Su corazón se tranquilizó con estas palabras, pero todo su cuerpo temblaba como resultado del miedo y el terror que Gabriel le había inspirado.

Al-Tabarī, Historia de los Profetas y Reyes.

Fuente 3

Entrada de Mahoma en La Meca y la destrucción de los ídolos (en el año 630)

Invocaciones y en algunas referencias coránicas. En el año 630, ocho años después de su migración a Medina, Mahoma, al frente de sus tropas de seguidores, entró triunfalmente dentro de su ciudad natal. Según el Sīra (la biografía tradicional del Profeta), giró siete veces alrededor de la Ka'bah (piedra negra de la Meca) montado en su camello, con las puertas del "templo" abiertas para él, entró y ordenó la destrucción de los ídolos. Luego, de pie en la puerta, se dirigió al Quraysh derrotado. La tradición celebra así esa importante victoria contra el politeísmo.
La miniatura del siglo XIX ilustra un poema épico persa por Muhammad Rafi' Bāzil, que nació en Irán. Este poema relata las batallas del Profeta y de 'Alī su yerno y primo. La miniatura cuenta con un gran número de soldados, en apretadas filas, mirando hacia la Meca. Su objetivo es mostrar el poder de los musulmanes, los inmigrantes y los auxiliares desde Medina, junto a sus tribus aliadas. En los huecos, ídolos - objetos imaginarios o criaturas - enmarcan las dos páginas contiguas a la miniatura. El carácter sagrado de Mahoma se ilustra en dos lugares: como un haz de llamas, en la parte superior derecha de la página izquierda y montado en un camello en la página de la derecha. Invisible para los hombres, el Profeta recibe la luz dada por Dios. En la página de la izquierda, los musulmanes miran la escena o ayudan al Profeta en la destrucción de los ídolos. Algunos ídolos ya se lanzaron al suelo.

Miniatura del Récit de la vie de Muhammad de Bāzil (Cachemira, 1808)..
París, Bibliothèque Nationale de France, Manuscrits Orientaux, supplement persan 1030, fol. 305V-306
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(01/05/2015)