2. Afirmación social, político y doctrinal
Después de la aparición del cristianismo llegó el momento de su afirmación. Esta afirmación fue social, doctrinal y política y se moldeó con dificultad en medio de la polémica, controversia interna y externa, y las persecuciones. Ver también el Módulo "temas", página 2 sobre los escritos del cristianismo, canónicos y apócrifos.
El martirio de Policarpo
El martirio de Policarpo es el relato de un testigo de la muerte de Policarpo (que se produjo entre 155 y 166 d.C.) por Marción. Es el documento cristiano más antiguo de su tipo llegado hasta nosotros. Toma la forma de una epístola (carta) de la comunidad, o Iglesia, de Esmirna a la Iglesia de Filomelio en Frigia.
"Os escribimos, hermanos, un relato de lo que sucedió a los que sufrieron martirio, y en especial al bienaventurado Policarpo, que puso fin a la persecución, habiendo puesto sobre ella, por así decirlo, el sello de su martirio. [...].De modo que después de esto la multitud, asombrada del valor de los cristianos amados de Dios y temerosos de Dios, levantó un clamor: «Fuera los ateos; que vayan a buscar a Policarpo." [...] Pero el muy admirable Policarpo, cuando escuchó por primera vez [que era buscado ], no estaba en medida alguna perturbado, sino que decidió continuar en la ciudad. Sin embargo, por respeto a la voluntad de muchos, fue convencido para que la abandonará. Así pues, él se fue a una casa de campo no muy lejos de la ciudad [...]. [Policarpo es arrestado] Y el Irenarch [= Juez de Paz] Herodes, el capitán de la policía y su padre Nicetes, los cuales le hicieron bajar de su montura y subir a su carruaje, y procuraron convencerle, sentándose ellos a su lado y diciéndole: «,Qué mal hay en decir César es Señor, y en ofrecerle incienso», añadiendo a esto «y con ello salvarte?» Pero él al principio no les dio respuesta. Sin embargo, cuando ellos persistieron, les dijo: «No voy a hacer lo que me aconsejáis.» Entonces ellos, viendo que no podían persuadirle, hicieron uso de amenazas y le hicieron bajar violentamente[...].Y cuando él [= Policarpo] fue presentado, hubo un gran tumulto, porque oyeron que habían capturado a Policarpo. Así pues, cuando lo presentaron delante del procónsul, éste inquirió si él era el hombre. Y al confesar que lo era, intentó persuadirle a que se retractara, diciendo: «Ten respeto a tu edad», y otras cosas apropiadas, como acostumbran decir: «Jura por el genio de César; y retráctate y di: Fuera los ateos." [...] Policarpo dijo: "Durante ochenta y seis años he sido su siervo, y no me ha hecho mal alguno. ¿Cómo puedo ahora blasfemar de mi Rey que me ha salvado?" [...] pidieron que soltara un león a Policarpo. Pero él dijo que no podía hacerlo legalmente, puesto que ya había dado por terminados los juegos. Entonces ellos decidieron gritar unánimes que Policarpo debía ser quemado vivo. [...] aquellos que fueron nombrados para tal fin encendieron el fuego [...]. "y estaba allí en medio, no como carne quemándose, sino como [un pan en el horno o como] oro y plata refinados en un horno. Porque percibimos un olor fragante, como si desprendiera olor de incienso o de algún bálsamo precioso.".
El martirio de Policarpo. Trad. Alexander Roberts y James Donaldson.
Justino Mártir. La Primera Apología, 67.
Justino Mártir (a principios del siglo II) era samaritano griego de Nablus. Durante su primera estancia en Roma, dirigió a una apología alrededor de 155 d.C. al emperador Antonino (.r 138-161), es decir, un texto defendiendo la causa de los cristianos contra las acusaciones de los no cristianos.
"Y después, recordamos continuamente cada una de estas cosas. Y los ricos entre nosotros ayudan a los necesitados; y siempre nos mantenemos juntos; y por todas las cosas con que nos son concedidads, bendecimos al Hacedor de todo a través de su Hijo Jesucristo, y por medio del Espíritu Santo. Y en el día llamado domingo, todos los que viven en las ciudades o en el campo se reúnen en un solo lugar, y se leen las memorias de los apóstoles o los escritos de los profetas, siempre y cuando el tiempo lo permita; entonces, cuando el lector ha terminado, el presidente instruye verbalmente, y exhorta a la imitación de estas cosas buenas. Luego nos levantamos todos juntos y oramos, y, como dijimos antes, cuando se termina nuestra oración, el pan , el vino y el agua son traídos, y el presidente de manera similar ofrece oraciones y acciones de gracias, según su capacidad, y el la gente consiente diciendo Amén; yse hace una distribución a cada uno, y una participación de aquello sobre lo que se ha dado gracias, y para los que están ausentes se envia una parte a través de los diáconos. Y los que tienen mucho, y están dispuestos, dan lo que cada uno estima pertinente; y lo recaudado se lo recoje el presidente, que socorre a los huérfanos y a las viudas y los que, por enfermedad o cualquier otra causa, están en la miseria, y los que están encadenados y los extranjeros que residen temporalmente entre nosotros; en una palabra, se hace cargo de todos los que estén en necesidad. Pero el domingo es el día en el que todos tenemos nuestra asamblea común, porque es el primer día en el que Dios, después de haber realizado un cambio en las tinieblas y la materia, hizo el mundo; y Jesucristo nuestro Salvador en el mismo día resucitó de entre los muertos. Porque Él fue crucificado en el día anterior al de Saturno (sábado); y en el día después del de Saturno, que es el día del Sol, habiéndose aparecido a Sus apóstoles y discípulos, les enseñó estas cosas, que hemos presentado a usted también por su consideración ".
Justino Mártir. La Primera Apología, 67. Trad. Philipp Schaff, Padres Ante Nicea.
Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica, X, 5, 1-14.
Eusebio (circa 265 - circa 340 d.C.), obispo de Cesarea, es considerado como el primer historiador de la iglesia cristiana. Sin embargo, él no fue un historiador destacado sino un especialista en cuestiones bíblicas y apologéticas. Su "Historia" se entiende como una enseñanza religiosa, cuyo objeto era arrojar luz sobre la fe cristiana, proviniente de uno de los padres de la Iglesia. La ley imperial que fue reproducida por Eusebio es en la actualidad comúnmente conocida como el Edicto de Milán, un nombre erróneo, ya que no era originalmente un edicto. Más bien refiere a un acuerdo, entre Constantino (r. 306-337) y Licinio (r. 308-324), para poner fin a las persecuciones que empezaron bajo Diocleciano (r. 284-305) y fueron continuadas desde entonces por otros co-emperadores.
"1. Aprovechamos para adjuntar las traducciones de la lengua romana de los decretos imperiales de Constantino y Licinio. 2. " Al darnos cuenta desde hace mucho tiempo de que la libertad religiosa no debería ser negada, sino que se debería otorgar al juicio y el deseo de cada individuo el poder realizar sus deberes religiosos, según su propia elección, hemos dado órdenes de que todos los hombres cristianos y otros, deben preservar la fe de su propia secta y religión [...] 0.4. Cuando yo, Constantino Augusto, y yo, Licinio Augusto, vine bajo auspicios favorables a Milán y tomé en consideración todo lo que se refería al bien y la prosperidad común, resolvimos entre otras cosas, o más bien, en primer lugar,dictar este tipo de decretos como parecía en muchos aspectos en beneficio de todos; principalmente, los que habían de preservar la reverencia y la piedad hacia la deidad. Resolvimos, esto es , otorgar tanto a los cristianos como a todos los hombres la libertad de seguir la religión que elijan, que cualquiera que sea la divinidad celestial que exista pueda ser propicia para nosotros y para todos los que viven bajo nuestro gobierno. 5. Hemos, por lo tanto, decidido, con claro y honesto proposito, que la libertad no se negará a nadie la libertad de elegir y seguir las prácticas religiosas de los cristianos, sino que se dará a cada uno a cada uno libertad para dedicar su mente a la religión que pueda considrrar se adapta a sí mismo, con el fin de que la Deidad pueda nos pueda mostar en todas las cosas su favor y cuidado [...]. 14. Y que los términos de este nuestro gracioso decreto puedan ser conocido por todos, se espera que esto que hemos escrito se publique en todas partes y sea puesto en conocimiento de todos, con el fin de que este nuestro gracioso decreto no pueda permanecer desconocido por nadie."
Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica, X, 5, 1-14. Trad. Philip Schaff, Niceno y Post-Nicene Padres.